Encontrar sitio en el fondo - Historia de la nanotecnología y los nanomateriales
En su conferencia de 1959 en Caltech, Richard Feynman, físico y lumbrera mundialmente conocido y galardonado con el Premio Nobel, esbozó las perspectivas de miniaturización de los dispositivos mecánicos y electrónicos que superaban con creces el estado de la técnica de entonces. Mientras los ingenieros hablaban de micras, Feynman sugería descender hasta tamaños y distancias moleculares. El título de la conferencia era "There's Plenty of Room at the Bottom". Desde entonces se ha convertido en un hito y epítome de una nueva rama de la ciencia y la ingeniería: la nanotecnología.
Como suele ocurrir con los trabajos pioneros, las fantasías y predicciones de Feynman tardaron algún tiempo en calar y florecer. La invención en 1981 del microscopio de barrido en túnel (STM) abrió de par en par las puertas del nanomundo. El STM no sólo permitía ver los entresijos de la estructura molecular de la materia, sino también manipular átomos individuales.
Poco después, en 1985, científicos de la Universidad Rice descubrieron los fullerenos, estructuras moleculares regulares compuestas íntegramente por átomos de carbono. Deben su nombre a su gran parecido con algunos de los revolucionarios diseños de Buckminster Fuller, arquitecto estadounidense aficionado a las formas geométricas complejas. Las investigaciones más profundas sobre el tema pronto dieron lugar a muchas variantes diferentes de fullerenos, entre otras los ahora conocidos nanotubos de carbono.
Pero conceptualmente todo esto era una versión reducida y meticulosa del trabajo manual de los científicos y parecía difícil que los nanomateriales llegaran a ser rentables. Hasta que en 1986 Eric Drexler publicó su libro "Engines of Creation", donde exploraba la idea de los ensambladores moleculares, nanomáquinas autónomas capaces de replicarse a sí mismas (similares a las primeras ideas de John von Neumann), que podrían actuar de forma coordinada y servir como una especie de fábrica para el mundo a nanoescala. Este concepto suscitó una creciente preocupación entre tecnólogos y científicos por los posibles peores escenarios de lo que ocurriría si esas máquinas se soltaran.
En tiempos más recientes se descubrió el grafeno -capa de un solo átomo de carbono- y una forma revolucionaria de obtenerlo, que valió a sus descubridores el Premio Nobel de Física de 2010. Con sus múltiples aplicaciones técnicas, el grafeno es actualmente el tema más candente de la nanotecnología. Con posibles usos que van desde la electrónica de alta velocidad al almacenamiento eficiente de energía y los componentes superduraderos, pronto podría convertirse en omnipresente en nuestra vida cotidiana.
Hoy en día, la historia de la nanotecnología está lejos de haber terminado y asistimos a avances científicos casi con regularidad. Con una viabilidad financiera cada vez mayor y unos procesos de ingeniería cada vez más sofisticados, lo más seguro es que nos estemos acercando a una auténtica revolución nanotecnológica a escala mundial.